lo cotidiano
LA VIDA ES MUY CORTA
Esta mañana en los noticieros madrugadores difundieron la historia de una pareja, ella peruana y él francés, quienes discutían airadamente mientras caminaban por la calle. El, envuelto en la maraña del ofuscamiento, cruzó la pista sin percatarse que venía una “Custer” a mucha velocidad y lo embistió mortalmente. Ella desesperada lloraba por la pérdida irreparable y porque no tuvieron tiempo de arreglar sus diferencias. Miraba hacia el cielo tal vez clamando por un minuto más para decirle que se vaya en paz, que la discusión no valía la pena o que se perdonaban mutuamente... pero ya era muy tarde.
¿Cuántas veces salimos de la casa con cosas pendientes por resolver?
¿Cuántas veces nos acostamos con estos mismos temas pendientes?
La vida es muy corta como para vivir peleando, discutiendo, llevándose mal con la gente, especialmente la gente que más cerca tenemos y que decimos amamos.
Una vez escuché que una pareja de ancianos se despedían en la noche con un beso en la frente y diciéndose mutuamente que se perdonaban todo aquello que no pudieron hacerlo en el día. ¡Qué maravilla! Podía suceder cualquier desgracia esa noche... ellos estaban en paz.
No somos iguales, por lo mismo, tenemos diferencias entre nosotros. Ya sea en el trabajo, en la familia, con los hijos, con el cónyuge, etc. Lo importante es que sepamos sobrellevar las diferencias y aceptarnos tal cual somos.
Nunca es tarde para dar o pedir perdón.
Nunca es temprano para decir cuánto queremos a una persona.
Nunca es vergonzoso estampar ese beso que espera en el tiempo.
Nunca es tarde para estrechar en un abrazo a ese ser que lo queremos cerca.
No sabemos en qué momento se nos va la vida, por lo mismo tratemos de vivir en paz con nosotros mismos y sobre todo con las personas de nuestro entorno familiar.
Estampemos ese beso en la frente o la mejilla y digamos cada noche: “Te perdono por todo aquello que me dañó hoy y que lo hiciste sin querer o sin darte cuenta. Te amo mucho. Hasta mañana amor”
SOLRAC
Esta mañana en los noticieros madrugadores difundieron la historia de una pareja, ella peruana y él francés, quienes discutían airadamente mientras caminaban por la calle. El, envuelto en la maraña del ofuscamiento, cruzó la pista sin percatarse que venía una “Custer” a mucha velocidad y lo embistió mortalmente. Ella desesperada lloraba por la pérdida irreparable y porque no tuvieron tiempo de arreglar sus diferencias. Miraba hacia el cielo tal vez clamando por un minuto más para decirle que se vaya en paz, que la discusión no valía la pena o que se perdonaban mutuamente... pero ya era muy tarde.
¿Cuántas veces salimos de la casa con cosas pendientes por resolver?
¿Cuántas veces nos acostamos con estos mismos temas pendientes?
La vida es muy corta como para vivir peleando, discutiendo, llevándose mal con la gente, especialmente la gente que más cerca tenemos y que decimos amamos.
Una vez escuché que una pareja de ancianos se despedían en la noche con un beso en la frente y diciéndose mutuamente que se perdonaban todo aquello que no pudieron hacerlo en el día. ¡Qué maravilla! Podía suceder cualquier desgracia esa noche... ellos estaban en paz.
No somos iguales, por lo mismo, tenemos diferencias entre nosotros. Ya sea en el trabajo, en la familia, con los hijos, con el cónyuge, etc. Lo importante es que sepamos sobrellevar las diferencias y aceptarnos tal cual somos.
Nunca es tarde para dar o pedir perdón.
Nunca es temprano para decir cuánto queremos a una persona.
Nunca es vergonzoso estampar ese beso que espera en el tiempo.
Nunca es tarde para estrechar en un abrazo a ese ser que lo queremos cerca.
No sabemos en qué momento se nos va la vida, por lo mismo tratemos de vivir en paz con nosotros mismos y sobre todo con las personas de nuestro entorno familiar.
Estampemos ese beso en la frente o la mejilla y digamos cada noche: “Te perdono por todo aquello que me dañó hoy y que lo hiciste sin querer o sin darte cuenta. Te amo mucho. Hasta mañana amor”
SOLRAC
Comentarios