vamos a hablar claro

SACRAMENTO DEL AMOR

El domingo pasado escuché a Ricardo Morales, sacerdote jesuita, decir que cuando una pareja acude a un altar para solicitar la bendición de Dios, en realidad lo que debería pedir es la bendición del amor que los une, ya que esto es lo que Dios bendice.

Creo que muy pocos matrimonios, “bendecidos en el altar”, son concientes de esto. En el fondo, cada uno de ellos sabe realmente qué motivos los llevaron a unirse a esa persona. No a todos nos une el amor, también nos unen intereses, a veces muy mezquinos, otras demasiado calculados, fríos y muy ajenos a este maravilloso sentir.

También dijo que habría que poner en juicio y revisión a muchos matrimonios y uniones que andan por allí quejándose por soportarse mutuamente y despotricando el uno contra el otro. Habría que preguntar qué pidieron que se bendijera ante el altar. Si fueron por un cumpli-miento, porque la ceremonia es bonita, porque era mi ilusión, por costumbre, etc.

No es pues tan simple este asunto. En nuestro mundo reina la mentira por donde quiera que vamos. En los negocios ya es casi “natural”, en la política es su razón de “ser”, en la publicidad, en la sociedad, en los matrimonios, en los hogares, en los colegios, etc, etc.

No nos quejemos entonces si algo anda mal, ya que empezó mal, es decir, con una mentira.

Todo lo que comienza con mentiras, al final termina desmoronándose porque su cimiento es falso, no existe, no dura.

Si fuimos al altar a pedir bendición de una mentira, que al final cualquier motivo fuera del amor resulta eso, una mentira, no esperemos milagros que causa y efecto es un ciclo imperecedero que se va a cumplir siempre.

Cambiaría pues el nombre de este Sacramento, en lugar de Sacramento del Matrimonio, lo llamaría Sacramento del Amor.

SOLRAC

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